miércoles, 26 de marzo de 2008

COPIONES.

Los vinilos no impedían su copia... pero nadie -que yo sepa- duplicaba vinilos. Era mejor pasarlos a cinta, que no daba problemas.
Los vídeos traían sistemas anticopia, pero tan laxos que los grabadores se los saltaban sin problemas.
Las cintas y cartuchos del Spectrum y similares impedían su copia... y nacieron los copiones, mientras suspirábamos por un radiocasete con doble pletina.
Los disquetes impedían su duplicación. La cosa comenzó a sofisticarse y aparecieron las unidades virtuales, las herramientas de modificación de código, aprendimos ensamblador...
Los discos compactos incorporaron múltiples sistemas de protección (en ocasiones con mucha mala leche)... y nunca se vendieron más grabadoras y discos vírgenes, con programas como Nero haciendo las delicias de todos, además de formarse una generación de crackers muy atareada.
Los dvd venían blindados (eso dijeron)... y hubo quien llegó a comprarse camisetas con el código fuente de algo llamado DivX sólo por pitorrearse. Y los programas como el Anydvd permitían hacer copias de los discos sin mucho problema.
Ahora, todavía no tenemos del todo aquí al recién nacido Blu-ray y... ya está desprotegido.
Si tenemos derecho a la copia privada, y encima nos están cobrando un cánon por ejercer ese derecho (aunque luego no lo hagamos)... ¿Tenemos que hacer malabarismos para sortear los sistemas anticopia?
Este mundo es de locos, pero así está el patio. Lo que es para reir (o llorar) es que pasan los años y todo sigue igual: Los poderosos ponen barreras y los usuarios se defienden como gatos panza arriba... ¡para poder consumir a su gusto! Se gastan millones en protecciones que tardan en romperse lo mismo que un cubito de hielo en la Antártida.
Y esos millones los repercuten sobre los consumidores, que al final son los que pagan y encima se tienen que callar.
La vida sigue igual... o peor.

domingo, 23 de marzo de 2008

EL QUINTO DÍA.

El quinto día es el título en castellano de la novela de Frank Schätzing.
Si no te asustan los libros de casi 1.000 páginas, éste merece la pena. No sólo por plantear un interesante argumento de ciencia-ficción con bastante más ciencia que ficción, sino también por hilar un argumento entretenido, de mucha tensión y con bastantes sorpresas.
La trama es engañosamente sencilla: súbitamente la naturaleza desata un feroz e implacable ataque contra los seres humanos partiendo desde los océanos de todo el mundo. En rápida sucesión veremos plagas de medusas letales, pacíficas ballenas grises convertidas en kamikazes subarinos, guerra bacteriológica y tsunamis que devastarán media Europa.
Tras este arranque, la historia nos lleva hacia las profundidades oceánicas, un entorno desconocido e inhóspito, y nos fuerza a reflexionar sobre los desastres ecológicos y sus fatales consecuencias, además de cuestionar el papel de cima de la evolución del ser humano.
Lo bueno del libro: un argumento sólido y bien construido por medio de personajes bastante creíbles, que engancha desde el principio.
Lo malo: que peca quizás de usar estereotipos (científicos despistados, los militares paranóicos, indios místicos...) y remata la acción demasiado rápido.
De todas formas, si el autor ha conseguido hacer cortas 969 páginas eso demuestra que el libro tiene una calidad más que sobrada.
Os lo recomiendo.

miércoles, 12 de marzo de 2008

CHIPEANDO, QUE ES LEGAL.

Lo primero, confieso que no soy aficionado a las consolas. Nunca me gustó tener un aparato sujeto a los caprichos de una sola empresa y con el único objetivo de jugar.
Ahora que los motores gráficos de las consolas son una maravilla, los ordenadores no se han quedado atrás, sirviendo para mucho más. Y no entro en el precio de unos y otros, que no es tan dispar. El caso es que sigo sin verle las ventajas a tener una consola cuando ya tengo ordenador.
Recuerdo a mis amigos hablar en susurros de dónde podía chipearse la consola de moda. Porque no nos engañemos: trucar las maquinitas no es nada nuevo, siempre hubo quien buscaba (y encontraba) la forma de añadirle utilidades. Principalmente lo que se buscaba era cargar juegos de dudosa procedencia, pero pronto comenzó a oirse que podían hacerse otras maravillas: leer discos con juegos freeware, fotos, música, mp3 o películas... incluso hay quien carga sistemas operativos serios en las consolas.
Lo malo es que siempre había que irse lejos de la luz. Siempre había que buscar en las trastiendas de determinados establecimientos, preguntar con cautela (en ocasiones sólo a un encargado en cuestión), ponerse en manos de los iniciados que se encargaban de recoger el aparato, llevarlo a un lugar misterioso y devolverlo ya retocado por misteriosos gurús. Todo esto era digno de los tiempos de la ley seca.
Pero eso se acabó. A partir de hoy podemos decir sin problemas que nuestra consola ha sido chipeada.
Tenemos que aprender a pensar como seres libres. Si compramos un aparato pasa a ser nuestro, y podemos modificarlo hasta dejarlo irreconocible y/o destrozado (que eso invalide la garantía es nuestro problema). Y si a la empresa fabricante no le gusta, que no venda.
Desde luego lo que es inadmisible es que nos vendan un aparato y nos fuercen a usarlo de la manera en que quieran. Si alguien quiere convertir 500 €uros de consola en un pisapapeles, está en su libre derecho.
Chipear no es piratería y mucho menos un delito. Que lo vayan comprendiendo quienes así nos lo han querido inculcar.

jueves, 6 de marzo de 2008

SÓLO TÚ PUEDES SALVAR A LA HUMANIDAD.

Así de contundente es el título del libro de Terry Pratchett del que voy a tratar.
No es ninguna novedad, y creía que estaba descatalogado, pero me ha llegado a las manos gracias a mi ángel de la guarda particular.
En la contraportada indica "A partir de 12 años.", y que nadie se llame a engaños, yo ya triplico esa cifra. A pesar de ello, el libro me ha dejado una buena impresión.
Evidentemente no es un libro difícil de leer (en una tarde podemos engullirlo de cabo a rabo) y tampoco el argumento es muy sesudo (aunque sí que nos hará pensar sobre temas tan atemporales y trascendentales como la guerra y sus motivaciones).
Como todos los libros de Terry Pratchett, es garantía de momentos de mucho humor. Nunca los videojuegos, los combates interestelares y el futuro de la Humanidad estuvieron tan animados ni se contaron con tanto humor. Un buen ejemplo sería cuando se nos cuenta lo que les pasó a los Space invaders.
Si algo le reprocharía en este caso al señor del sombrero es que, a mí juicio, algunos personajes secundarios habrían dado mucho juego de haberlos exprimido más. En concreto el pirata informático en ciernes amigo del protagonista, con sus breves intervenciones ya hace reir en varias ocasiones, pero Terry no lo usó más. Mala suerte.
De todas formas es un libro muy apropiado para enganchar a lectores jóvenes. Divertido y hace pensar. No se puede pedir más.