sábado, 11 de octubre de 2008

LA HORMA DE MI ZAPATO.

Este año la tortilla ha dado la vuelta. Acostumbrado a destacar como guitarrista, en el curso de guitarra eléctrica que he comenzado esta semana me he encontrado con una serie de chavales que me han dejado claro que el tiempo no pasa en vano, y que no hay como mezclarse con los que tocan y ensayan a diario para comprender lo que es interpretar en serio y con calidad.
No influye para nada el que, con casi 12 años más que la mayoría, me sepa algunos truquillos para compensar la menor rapidez; y tampoco suponen nada las guitarras que se gastan (he visto dos Fender Stratocaster y una Gibson Les Paul) frente a mi modesta Squier.
La verdad desnuda es que voy a sudar para mantenerme a su nivel. Volveré a tener que repetirme la lapidaria sentencia de Ted NugentPractica hasta que te sangren los dedos. Practica hasta que la guitarra se te
suelde al pecho. Sólo así sabrás que estás progresando”.
De momento me siento como Ralph Macchio frente Steve Vai al comienzo de su duelo guitarrero en Cruce de caminos. De mí dependerá que esto acabe igual.