miércoles, 20 de agosto de 2008

SOMOS COMO NIÑOS.

"Papel y plástico". Así se llama este curioso libro de Óscar Lombana.
Y digo curioso porque no es un libro, sino más bien la reproducción de un bloc de notas con una relación (una lista caótica y avariciosa) de fotos de aquellos materiales que acompañaron en la infancia a la generación de los 70 y que la nostalgia ha convertido en objetos de culto y colección.
Los que andamos por los treinta o cuarenta somos la generación kidult, y nos lo pasamos bien así. El mercado lo sabe, y no hay más que darse una vuelta por la Fnac, o cualquier librería especializada y fijarse en la sección de cómics: Lujosas reediciones en tapa dura de clásicos del género nos recuerdan la infancia y nos animan a aligerarnos el bolsillo.
Óscar Lombana hace un recorrido por iconos de nuestra cultura como son los clicks (y clacks), las figuritas de Star Wars (de las que fui coleccionista y aún conservo bastantes ejemplares), los juegos de Congost (que hay que ver lo que han cambiado el negocio), los Don Miki... y muchos otros.
Los comentarios que incluye en las páginas, (desgraciadamente pocos, porque lo que hay son básicamente fotografías de artículos) tienen en ocasiones una sinceridad y una espontaneidad descacharrantes.
Se lee en poco más de una hora, pero puede volverse a ojear sin aburrir, y garantiza una buena dosis de nostalgia y sonrisas.
Si no tenemos fuerzas, ganas, espacio, tiempo ni dinero para coleccionar todos los recuerdos de nuestra infancia, y si "Cuéntame cómo pasó" nos resulta un tanto pastelosa y pesada...
Una publicación recomendable para calmar a ese niño que aún llevamos dentro y que en ocasiones toma las riendas.

sábado, 16 de agosto de 2008

EGIPTO DESDE LAS PROFUNDIDADES.

Esta semana hemos aprovechado para acercarnos hasta Madrid.
Nos alojamos en plena Gran Vía, en el Hotel de las Letras, y descubrimos un alojamiento de primera y un restaurante digno de la guía del michelín (el lomo de lechal está de cine, y el rape a la plancha es para aplaudir con las orejas).
Pero el plato fuerte de nuestra visita era la exposición “Los tesoros sumergidos de Egipto”, situada en el Matadero de Legazpi.
Para acercarse hasta allí en metro basta bajarse en la estación de Legazpi y luego seguir los carteles promocionales en Paseo de la Chopera, que nos guiarán sin ningún problema hasta la puerta.

La exposición está bien pensada y estructurada, y sólo me atrevería a reprocharles la escasez de lugares para sentarse a admirar las asombrosas obras expuestas (y de entre las más de 500 piezas hay varias que merecen una contemplación pausada y minuciosa) y el decir que la duración de la visita es de aproximadamente hora y media (nosotros invertimos cuatro horas y tres cuartos sin despistarnos ni un momento). Heraclion, Canopo y los barrios perdidos de Alejandría aparecen para dejarnos con la boca abierta y los ojos como platos, máxime cuando uno comprende que lo expuesto abarca un periodo ínfimo de la historia de Egipto.
Los videos y textos explicativos (estos últimos en español e inglés, algo no muy usual en este país) muestran la apasionante aventura que ha supuesto (y supone, ya que los trabajos continúan hoy día) rescatar del fondo marino los restos correspondientes a dos ciudades (Heraclion y Canopos) y a un barrio entero de la antigua Alejandría.
La muestra sólo estará en Madrid hasta el próximo día 28 de Septiembre, así que si alguien tiene la más mínima oportunidad, que no deje de visitarla.

lunes, 11 de agosto de 2008

NADA CORRIENTE.

"Héroes corrientes" es el último texto que he leído. Su autor, Scott Turow, está especializado en novelas de temática legal. Ése es un género que no me entusiasma, y por ello tardé en hincarle el diente, y quizás eso haya sido el motivo de que me haya gustado.
Recuerda un tanto a "Banderas de nuestros padres" en su planteamiento inicial, ya que es el hijo del protagonista quien nos introduce en la acción al tratar de conocer la historia de su fallecido progenitor.
La trama tiene lugar durante el último año de la Segunda Guerra Mundial, en el frente occidental europeo. David Dubin es un fiscal del ejército que lleva una existencia tranquila a suficiente distancia del frente hasta que le encargan la detención de un agente del O.S.S., presunto traidor prosoviético. Este encargo le llevará a actuar como comando, lanzarse en paracaídas sobre la sitiada Bastogne, y cruzar todo el teatro de operaciones en pos de su sospechoso... y de algo más.
Lo que hace especial a este libro... es precisamente su sinceridad. El título lo dice todo. El protagonista es un hombre corriente, un abogado que sólo busca sobrevivir, actuando de la forma más honesta posible, inmerso en el tremendo caos de la guerra.
LLama la atención la manera tan sencilla y a la vez tan directa que consigue Turow de retratar al combatiente de trinchera, resignado a su suerte fatal y a la vez dispuesto a hacer lo indecible por salir con vida, y como logra superponer sobre esa visión heróica ,que tantas veces hemos visto en otros relatos y en el cine, la imagen de personas normales con temores, sueños y deseos corrientes.
Para finalizar, la trama se remata de forma correcta, y deja un buen sabor de boca. Os lo aconsejo.

viernes, 8 de agosto de 2008

PATADA OLÍMPICA.

Todavía estoy viendo la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Pekín 2.008, pero la retransmisión la están desgraciando a base de poner anuncios. Sólo me ha gustado el primero, el de Richard Gere promocionando el Lancia y, de paso, haciendo un guiño al Tíbet.
A lo que iba: No he podido resistirme a reseñar un tremendo gazapo que casi me ha hecho escupir la comida al escucharlo.
El periodismo de calidad, como casi todo hoy día, va perdiéndose poco a poco arrastrado por el desastre educativo, el principio de Dilbert y el chapuzismo general. Todo esto nos lleva a que un comentarista diga que "Confucio escribió las ANACLETAS"... ¡y se queda tan ancho! ¿Tan difícil es comprobar las notas y aconsejar al redactor que termine la primaria o por lo menos se compre un diccionario?
Pues nada, en dos minutos he rebuscado en la biblioteca la portada de las ANALECTAS, la he escaneado y aquí la dejo.
Anotar que es un libro bastante pesado, pero que sirve para reflexionar. Aconsejable para leer una cita cada día y recapacitar sobre ella.
De este libro saco un mensaje para los que han hecho posible la metedura de pata olímpica: "Los que tienen cuidado se equivocan pocas veces".

GUÍA DEL MICHELÍN: FLORENCIA.

Con la experiencia que da haber vuelto recientemente de allí, trataré de plasmar unas notas de ayuda para cuidar la curva de la felicidad en la maravillosa Florencia, que no todo va a ser dejarse los pies corriendo de museo a museo.

- Desayuno:
Nosotros acabamos optando por desayunar en casa (estábamos en un apartamento con una vista privilegiada, como podéis apreciar, y queríamos disfrutarla). Los precios son algo más caros que por aquí, y mucho ojo con lo de desayunar sentados o de pie: El precio puede multiplicarse por dos si decidimos tomar asiento, no es broma.
  • Scudieri: Está justo frente al Baptisterio. Podéis desayunar en esta cafetería con mucho movimiento (la gente que va a trabajar para allí) , buen café -teniendo en cuenta mis gustos es complicado contentarme- y bollería de calidad.
NOTA: Algo que no se estila por aquí es que primero se paga en caja y LUEGO, con el tique, acudimos a la barra a tomárnoslo.

- Comidas y cenas:
  • Boccadama: En la Piazza della Santa Croce. Avisan que su especialidad es la lasaña... y desde luego es de quitarse la boina. Tampoco se puede perder uno el postre helado de crema de café. Con los calores del verano es el remate perfecto para la comida.
  • Baldovino: Muy cerca del anterior, en la Vía San Giuseppe. Las pizzas son de quitar el sentido, con una masa que no se encuentra por aquí. Obras de arte.
  • Bar Vivoli: Callejeando entre la Piazza della Santa Croce y el Barghello, en la Iva Isola delle Stinche hay una heladería que alardea de ser la mejor del mundo. Con eso está todo dicho.
  • Coquinaros: En la Via delle Oche, en las inmediaciones del Duomo, tiene unos tortelloni rellenos de queso y espinaca de saltarse las lágrimas. Pero son los ravioli rellenos de queso y pera lo que realmente merece la pena probar, ya que estamos en Toscana y son típicos de allí. Espectaculares.
  • Alla Vecchia Bettola: En el Viale Vasco Pratolini, zona un tanto alejada del bullicio turístico en el Oltrarno. Ambiente autóctono y muy agradable. La ensalada fría de pulpo merece la pena.
Y ahora otras dos paradas en dos ciudades dignas de una buena excursión.
PISA
- La Bottega del Gelato, en la Piazza Garibaldi es una heladería para llorar (por lo buena, malpensados). Tiene un helado de Stracciatella y unos granizados de limón de órdago, y encima como está algo apartada de la zona más visitada, a orillas del Arno en la zona vieja, está bien de precio.
SIENA
- La Taverna del Capitano, a pocos metros del Duomo, ofrece comida a caballo (nunca mejor dicho, ya que el local se decora con motivos del Palio) entre lo tradicional y el diseño.

jueves, 7 de agosto de 2008

ESTRATEGIA EN ZAPATILLAS.

Desde siempre me han gustado los juegos de ingenio (para demostrar mi falta de él) y estrategia (para recordarme que, en ocasiones, lo que decía el entrañable W.O.P.R. es la mejor opción).
En el tremendo tesoro que es Microsiervos he encontrado este jueguecito que permite pasar un rato entretenido: El Pentago.
Yo tengo mi propia estrategia, pero si encontráis otra, no dejéis de decirlo.

martes, 5 de agosto de 2008

UN ACCIDENTADO VIAJE EN EL TIEMPO.

Felipe Botaya parece estar desatado. No habían pasado ni 15 días desde que dí buena cuenta de "Antártida: 1947" cuando me encontré "Kronos:La puerta del tiempo" y como la carne es débil...
Felipe Botaya ha demostrado ser un experto en las teorías conspirativas de la 2ª Guerra Mundial, esas historias que hacen levantar las cejas. Su primer libro hablaba de las armás atómicas del III Reich, argumentando que las bombas lanzadas sobre Hiroshima y Nagasaki eran parte del arsenal nuclear nazi capturado por los aliados. El segundo libro trataba de los submarinos de última generación, los 'platillos volantes' y la supuesta base nazi en la Antártida. Ahora en su tercer volumen plantea... ¿Qué habría pasado si los científicos nazis comandados por Hans Kammler hubiesen tenido acceso a una máquina que les hubiese permitido viajar en el tiempo? Con este argumento, a priori interesante y muy en la línea de los clásicos de la ciencia ficción, el autor se embarca en un rocambolesco plan nazi para detener a los aliados, que incluye robar El Arca de la Alianza (descrita, poco más o menos, como un artilugio alienígena) enviando comandos a la Etiopía del siglo X, y usarla como arma devastadora contra las tropas del Día D en la playa de Omaha.
Esta pirueta argumental se queda al final en algo bastante flojo, la verdad. El relato se desenvuelve bién y entretiene con facilidad hasta que alcanzar la mitad. LLegados a este punto el
ritmo decrece de forma exasperante. Hay pasajes realmente pesados, como aquel en el que se nos describen con pelos y señales las idas y venidas del Arca de la Alianza, cosa que no aporta gran cosa al argumento.
Afortunadamente hay otros capítulos, como aquel en el que se nos plantea cómo podría haber sido la Historia si Alemania hubiese ganado la guerra, que son tremendamente entretenidos (recuerda un tanto el planteamiento de "Patria" de Robert Harris) y consiguen a duras penas mantener el interés.
En lo que este libro falla estrepitosamente (es mi opinión) es en su final. LLega de una forma decepcionante y abrupta (este final del que hablo casi me atrevería a afirmar que está mal redactado, o bien que le faltan líneas) y, sinceramente, deja insatisfecho.
En resumen, un libro que promete bastante más de lo que ofrece.