viernes, 31 de agosto de 2007

Hackers de la L.O.G.S.E.

¿Es hacking puentear el acceso a la página web del Ministerio de la vivienda, o simplemente es una gamberrada de alta tecnología (y digan lo que digan los medios son cosas distintas)?
El miércoles esta web mostró durante 3 horas un mensaje de protesta que he puesto aquí al lado. Dejando a un lado el lamentable hecho de que ese mensaje estaba redactado de una forma penosa que lo hacía casi ininteligible (la L.O.G.S.E. y demás reformas educativas llevadas a cabo por políticos, psicólogos y demás fauna no docente han hecho estragos entre la población) podemos centrarnos en la señal subyacente que sí era clara y diáfana: La gente está más que harta de que los políticos pinten de rosa lo que es negro como túnel de mina. Baste visitar esta web para hacerse una idea http://www.vdevivienda.net/
Cuando una persona (joven o no tan joven) tiene que hacer malabarismos monetarios para atreverse a intentar la compra de una vivienda es que algo anda muy mal.
Hipotecarse durante ¡50 años! es algo obsceno (y no hablemos ya de las famosas hipotecas inversas, que permiten acceder a una plaza en una residencia para la 3ª edad a cambio de devolverle al banco la misma vivienda que se tardó una vida en pagarle...).
Nos dicen que en otros países lo que se lleva es vivir de alquiler, pero... ¿es 'social' decirle a la gente que se pase la vida pagando por algo que al final no será suyo (y enriqueciendo aún más a los que ya tenían capital como para tener una vivienda y ponerla en alquiler)?
¿Han visto los precios de los alquileres? En los casos que he visto en mi ciudad (donde las agencias inmobiliarias proliferan como setas, facilitando recabar datos directos y reales como una bofetada) los precios de los alquileres y los de las mensualidades de las hipotecas son prácticamente equivalentes. Da lo mismo comprar algo nuevo en la periferia que alquilar más hacia el centro (y no me vengan con lo de que la solución es alquilar en la periferia, porque allí no hay alquileres disponibles, sólo compra-venta).
Otro detalle que también me hace pensar (mal) es el escaso eco que ha tenido este hecho en los medios de comunicación (lo sé, soy un ingenuo, pero ¿qué le vamos a hacer?), y la prepotencia asnal de los responsables de la web. "Estar en Internet es lo que tiene...." "...Estás expuesto a esto...".
Vamos por partes: Los organismos oficiales cobran de todos nosotros por darnos un servicio. Para ello usan las herramientas de una conocida marca de software (que no se caracteriza ni por ser barata ni por ofrecer el código de sus programas) en lugar de usar herramientas gratuitas y de código abierto -que las hay, y tan potentes o más que las privadas-. Esto hace que su compatibilidad con otros sistemas operativos y programas sea limitada, cuando no nula. El personal que gestiona -o hace como que gestiona- esto (y vamos a centrarnos únicamente en el tema Web) cobra unos sueldos que pueden consultarse en los convenios del funcionariado (sector que todos sabemos se caracteriza por los malos salarios y las precarias condiciones laborales). En la empresa privada uno tiene la responsabilidad de que las cosas funcionen y, si se escacharran, de arreglarlas en el menor tiempo posible. Y si uno no las arregla se expone a irse a la cola de otro gran incompetente: el I.N.E.M. Internet es una jungla, pero si uno cobra por mantener una web eso implica no dejarla indefensa ante ataques de crackers (¡los piratas, no las galletitas, burros!) más o menos avezados.
Ahora puedes hacerte a la idea de para quienes se gasta el Ministerio de la vivienda todo el dinero que nos cuesta a todos. Ahora pensemos si ese dinero no serviría para hacer realmente algo práctico. Y no digamos si aplicamos la misma criba a cada ministerio, organismo estatal, autonómico, provincial y local que vive del cuento.

miércoles, 22 de agosto de 2007

Películas y libros.


Ayer por la tarde me estuve deleitando con el peplum "La última legión" (ya sé que todavía no se ha estrenado en el cine, pero la generosidad de los internautas es lo que tiene).
Hace tiempo había leido el libro de Valerio Massimo Manfredi en el que se basa y me gustó sin llegar a maravillarme. Un libro de aventuras pasable con una historia interesante.
Respecto a la película... Reparto interesante, plagado de actores conocidos como Ben Kingsley, Colin Firth (el escritor de Love actually, y que sorprendentemente como héroe de acción resulta más que convincente sin tener que lucir musculitos aceitados ni poses afectadas), Aishwarya Rai (vaya ojos), John Hannah (ni de romano deja de parecer un elegante caballero británico) y Thomas Sangster (¿ese niño no crece?) entre otros...
Es una cinta de aventuras al estilo de las de las sesiones del sábado por la tarde de mi infancia. Nada de cine sesudo y profundo. Aventuras trepidantes con una historia entretenida (aunque previsible en ocasiones), buenos muy buenos y malos malísimos que además son feos y que pierden cuando toca; eso sí, dándole emoción.
Tiene algunos fallos de bulto (tratar de buena persona que fuera el mal bicho del emperador Tiberio es algo que me llegó al alma) pero que tampoco importan mucho. Los puristas probablemente se rasguen las vestiduras, pero tampoco es para tanto. Más burradas mostraba Gladiator y ahí está.
Algunos lo llaman "cine de palomitas" de una forma despectiva. A mí me parece que la película que te entretiene durante casi dos horas cumple con creces su cometido y no tiene nada de lo que avergonzarse.
Si podéis verla en pantalla grande, os la recomiendo.

lunes, 20 de agosto de 2007

Balneario.


Fin de semana haciendo la nutria/león marino.
LLegamos el viernes por la tarde al balneario de Caldas de Luna (León) y en menos de una hora ya estábamos chapoteando en la piscina termal. Después, sauna y bañera de hidromasaje, finalizando con una ducha circular.
Por la noche, una cena exquisita (servida por unos camareros que mostraban una gran profesionalidad y buen hacer) y un sueño reparador... Y es aquí donde surge el problema. Al levantarme durante la noche descubro que el plato de ducha está moteado por unos pequeños animalitos conocidos como cochinillas de la humedad. El baño de la habitación 101, donde estamos alojados está literalmente invadido por estos animalitos.
El sábado desayunamos temprano y salimos a pasear (las montañas que rodean el balneario son un paisaje fantástico y un buen lugar para practicar la escalada y el montañismo).
Después del paseo, y antes de comer, disfrutamos de otra sesión de balneario (más piscina, sauna, ducha con chorros de agua -que recuerda la cárcel, pero en plan finolis-, y como punto final... un masaje que nos dejó en la gloria). Después, una comida opípara, y una tarde tomando el sol arrullados por el sonido del río mientras se disfruta de la lectura. Como colofón para el día, otra cena deliciosa y nuevamente un sueñecito.
El domingo, después de desayunar, nos fuimos de vuelta a la realidad del mundanal ruido. Un fin de semana muy especial y, sobre todo, relajado.

Nota para los curiosos: El palabro spa que nos ha invadido últimamente (debe ser que el término balneario no es lo suficientemente exótico) proviene de una población de Lieja (Bélgica). También hay quien convierte el término en la abreviatura de Salus Per Aquam (Salud a través del agua).

miércoles, 8 de agosto de 2007

Para hacer las cosas mal...

Es algo vergonzoso que los libros salgan al mercado con una traducción tan chapucera y descuidada como la edición de la colección Booket (editorial Ariel) de "Banderas de nuestros padres" que he terminado de sufrir hoy mismo. ¡Es tan mala que al principio creí que había sido hecha por medio de uno de esos traductores automáticos (o por un mono con una máquina de escribir, que viene a ser lo mismo)! Pero no, hay alguien con tan poco pudor que se atreve a responsabilizarse de esa 'traducción' y permite que aparezca su nombre. En fin, que hay que tener valor (o poca vergüenza/profesionalidad...) para dejar que salga al mercado un libro así.
El libro es escalofriante (no sólo por la chapuza de traducción). Leer lo que pasaron esos soldados en una de las batallas más encarnizadas de la segunda guerra mundial, te deja helado. Y más si se piensa que la mayoría tenían menos de 25 años (y muchos de menos de 18). Más que recomendable, sobre todo por el retrato detallado que hace de los 6 marines que colocaron la segunda bandera en la cima del monte Suribachi. Si se puede encontrar alguna edición traducida en condiciones que permita meterse de lleno en el libro lo recomiendo. Si se encuentra la edición de la colección Booket habría que escapar de ella como de la peste.