domingo, 13 de marzo de 2011

LA COMPAÑÍA BLANCA.

Sir Arthur Conan Doyle consideraba esta novela "La compañía blanca" como su mejor obra. Pero yo me atrevo a decir que Sir Arthur era mejor escritor que autocrítico.
¡Menudo tostón! Y no la salva el pensar que es una novela de aventuras escrita en el S. XIX describiendo una Europa medieval muy idealizada. Casi seisceintas diez páginas avanzando a paso de tortuga para luego zanjar atropelladamente la trama en las últimas cuarenta no merecen tan alta estima ni siquiera por parte de su creador.
Cuando Doyle 'asesinó' a su más famoso hijo un lector le dedicó una carta que comenzaba, acertadísimamente, con un "¡Grandísimo bestia!". Yo le digo otro tanto por tenerle tanto cariño a este peñazo insufrible. ¿Que está bien escrito? Negarlo sería mentir. ¿Que rezuma conocimientos de heráldica? Cierto, aunque eso ni afecta a la trama ni añade (opino) ningún interés. ¿Que precisó una ardua tarea de documentación? Pues mejor habría estado Sir Arthur charlando con su amigo Houdini o regalándonos más casos del detective más insultantemente eficaz de la literatura.
Personajes estereotipados, situaciones irreales y forzadísimas... es casi peor que ver a Robert Wagner en calzas y con peinado de paje. Peor que una película de serie z de los años dorados de Hollywood con decorados de cartón y espadas de plástico.

No hay comentarios: