lunes, 7 de abril de 2008

EL KILOMETRÍN

Tras dejar de fumar he querido retomar la sana costumbre de salir a correr. Con mi sobrepeso (y experiencia, que es un grado o eso dicen) las articulaciones me han llevado a descartar el asfalto. Además, quería controlar mi rendimiento y... me acordé de la pista que los gijoneses hemos bautizado como el kilometrín.
¿Por qué se llama así esa pista? En Gijón todo es grande… La escalera emblemática de la playa de San Lorenzo es La Escalerona, el estadio de fútbol es El Molinón, uno de los paseos más célebres es La Cerona, un templo católico del centro es La Igesiona... y hasta tenemos monumentos que se llaman (entre nos) Les Chapones y el puerto, que no nos parecía lo bastante grande, va a renacer (si la crisis, la malversación y el sentido común no lo impiden) como El Muselón.
El motivo de tan blando diminutivo es no asustar y de paso demostrar nuestra gran forma física. Un kilómetro no es gran cosa, la verdad, y aún es menos si, en realidad, el recorrido suma 925 metros, pero puede intimidar al corredor novato... así que le ponemos el sufijo -ín y podemos dárnoslas de recios norteños al comentar nuestras peripecias de trotones mientras permanecemos sentados y con los pies lejos del suelo.
Y para seguir con diminutivos cariñosos, habría que decirle a Pacita que se preocupe un poco por hacer drenar medianamente las zonas del recorrido que parecen una ciénaga pocera en cuanto caen dos gotas. Porque Gijón es un pueblín, pero somos muchos, hay falta de zonas deportivas (¿por qué dejaron morir el circuito del parque de Isabel la Católica, con lo logrado que estaba?), y no cuesta tanto hacer bien las cosas.

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