jueves, 13 de mayo de 2010

EL SÍMBOLO PERDIDO.

Dan Brown es un maestro de las superventas porque ¿cómo ha conseguido vender tantos ejemplares de una chapuza infecta como "El símbolo perdido"?
Influye que su estilo es ágil, con capítulos cortos cuyos finales dejan siempre la acción en suspenso; eso fuerza al lector a seguir sin más hasta devorar sus libros. También juega su papel el que vuelve a la carga con un personaje conocido para los lectores, el profesor Robert Langdon.
Lo malo es que, como muchos otros autores (y muchos autores reconocidos, que es lo malo), Dan Brown reescribe el mismo libro una y otra vez...y los lectores pican. Cosas de este mundo mercantilizado hasta la médula.
¿Qué ofrece este libro que sea realmente nuevo? Nada. Sociedades secretas milenarias con miembros famosos, obras de arte con significados ocultos para los profanos, acertijos centenarios indescifrables que un lector que haya aprobado la primaria puede resolver con lápiz y cinco minutos de reflexión y villanos que parecen una caricatura y van pidiendo a gritos que los detengan sólo por existir.
El caso es que, mientras esta fórmula siga funcionando en las librerías (y los cines), seguiremos recibiendo volúmenes con las andanzas del profesor Langdon a quien habría que declarar persona non grata en cualquier museo.
La trama es previsible casi desde sus inicios, además de excesivamente rocambolesca y artificiosa. Tenía pensado leerlo en inglés tras haberlo hecho en español pero voy a dejarlo. No creo que pudiese soportar dos veces este engendro.
Pero ha arrasado en ventas. Ese mérito no se le puede quitar por mucho que sea un misterio.

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