domingo, 18 de mayo de 2008

AQUÍ SE ARMÓ UNA... PEQUEÑA.

Ayer fuimos testigos de una recreación histórica en la línea de los actos de conmemoración de la guerra de independencia (que nos valió de más bien poco, porque Pepe Botella sería un extraño y todo lo que ustedes quieran, pero viendo a Fernando VII era como para pensárselo dos veces) que proliferan estos días por España.
El caso es que vimos cómo los gijoneses de hace 200 años se liaban a pedradas (calcetines en este caso, que no están los tiempos para andar lapidando a actores y figurantes) con el vicecónsul francés. Al pobre le salió cara la broma (que los culos mollaos somos muy pacíficos, pero si nos tocan las narices arde Troya), aunque al final fueron las propias tropas españolas las que le escoltaron para que se largase con viento fresco y sin recibir su merecido.
Esa parte perdió un poco de lustre porque la megafonía no funcionó correctamente, la narradora era peor que la rana Gustavo explicando un problema de fisica de partículas, y el escenario quedaba un poco lejos del público, pero la entrega de los actores suplió estas carencias.
A continuación, justo frente al Palacio Revillagigedo, llegó la representación de la algarada popular en la que la multitud se enfrentó a las fuerzas provinciales (también asturianos) para impedir que se leyese un bando tras recibirse la noticia de la represión del alzamiento en Madrid.
Toda la representación fue muy entretenida, pero... tuvo sus más y sus menos. Yo puedo entender que los fondos que se asignaron a este acontecimiento no serían demasiados (la cultura no vende), pero se hubiesen agradecido mejoras en un par de detalles, a saber:
- Probar los micrófonos, no sólo el destinado a la narradora, porque los de los actores fallaron cual escopetas de feria y deslucieron el espectáculo.
- Buscar una narradora que hubiese aprendido a leer hace algunos días, porque la pobre, más que interpretar, perpetró su papel.
- Organizar mejor la colocación del público, porque sólo en unas pocas zonas del perímetro acotado para el espectáculo se pudo disfrutar de él por completo y con claridad.
En resumen, hay que reconocerles al Ateneo Jovellanos, a la A.R.H.C.A. (Asociación de Recreación Histórica Cultural de Asturias), a la Asociación Coros y Danzas de Jovellanos y a la Banda de Gaitas Villa de Gijón su dedicación y entrega para darnos esta muestra de su buen hacer, pero también pedir a quien corresponda un poco más de ensayo y medios de cara a posteriores años. Si alguien tuviese un poco de vista esto podría convertirse en un reclamo turístico por derecho propio. En otros sitios lo hacen y les va muy bien.

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