miércoles, 3 de marzo de 2010

DAYBREAKERS.

El cine se mueve con la moda y hoy están de moda los vampiros. El cómo se vendan da igual con tal de que la gente pase por caja.
Daybreakers presenta múltiples guiños para seducir a frikis como un servidor (lo mejor es reconocerlo): una estética que recuerda claramente a Matrix y la presentación de un mundo de vampiros donde los pocos humanos supervivientes son conservados como meros suministros de comida...
Realmente poco más ofrece la película. Si has visto los trailers has visto la cinta. Hay quien discute si está bien o mal que se hayan tomado algunas licencias respecto al folclore vampiril, pero a mí eso no me hace hervir la sangre. Esas disquisiciones sólo evitan el detalle central y es que la película no es, ni de lejos, buena. Podría decir incluso que es aburrida y previsible.
¿Por qué demonios desde "Entrevista con el vampiro" todos se empeñan en mostrarnos vampiros con sentimientos que quieren ayudar a los humanos o, simplemente, volver a serlo? ¿Qué pasa? ¿No da para una película interesante un sádico cabrón inmortal sediento de sangre con garras, mucha mala leche, caninos hipertrofiados y satisfecho con ser lo que es? Y no digamos un planeta entero lleno de ellos.
Lo dicho: esto no lo salvan ni las actuaciones, aceptables a pesar de todo, de Ethan Hawke (el vampiro con problemas de conciencia), Willem Dafoe (uno que, aun con pinta de chupasangres de por sí, no lleva colmillos postizos) y Sam Neill (el malo un tanto soplagaitas).
Y si encima te digo que el final queda lo suficientemente abierto como para sugerir que si funciona en taquilla pueden atreverse a continuar el bodrio ¿no se te hiela la sangre?

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