jueves, 10 de enero de 2008

EL SUEÑO DE LA RAZÓN.

Agresiones grabadas por el móvil, linchamientos…
Desde que nacen son los reyes de la casa. Sus deseos son órdenes para unos padres que tratan de compensar con cosas su falta de tiempo y que tienen entre algodones al que con frecuencia es y será hijo único.
Las perretas no reciben una reprimenda (¡peligro, trauma!) ni aún menos un cachete (¡ojo, delito!) sino la total sumisión de los desconcertados progenitores. Así aprenden a gatear a sus anchas y con total descaro.
Crecen, y un sistema educativo inoperante les muestra que no son necesarios esfuerzo ni sacrificio para aprobar. Ya vendrán los padres a protestar ante suspensos y trastadas, mostrando que su palabra vale más que la de sus profesores y que tienen las espaldas cubiertas.
Tarde o temprano (más bien temprano) oyen decir que a un menor no se le puede maltratar física ni psicológicamente, y que la ley hace muy complicado que, por grande que sea la trastada, tengan que pagar por ella. Siempre habrá padres, abuelos, jueces, psicólogos y politicastros dispuestos a protegerles de la realidad.
Así es como llegamos a esto: ¿urbanidad para qué, si lo importante es lo que uno desea? ¿estudio para qué, si el ocio está subvencionado sin límite a cambio de nada? ¿normas y leyes para qué, si no las cumplirán ni van a afrontar las consecuencias?¿trabajo para qué, si el dinero viene fácil con sólo extender la mano en casa? ¿responsabilidades para qué, si se vive mejor sobreprotegido sin tener que hacer frente al mundo?
Pero ante la negación, la frustración, cuando el dinero no alcance, no haya forma de conseguir el objeto deseado, la vida diga ‘no’… ¿cómo reaccionarán estos individuos? Pues con violencia, como cualquier animal en igual situación. No tienen más herramientas. Nunca han tenido que afrontar un reto, salvo en los videojuegos y ahí la dificultad es configurable y hay trucos.
Y llega un día en que se acaba la veda. Cumplen 18 años y… de ángeles a demonios al instante. De la impunidad a la prisión. Dirán ser víctimas de la sociedad, y en parte tendrán razón.
El solipsismo galopante que muestran estos críos va a traer muchos problemas.
La razón nos dice que habría que frenar en seco ahora mismo y reaccionar de forma enérgica, pero esa razón está dormida por el libertinaje disfrazado de libertad mal entendida y por las leyes absurdas. Y ya se sabe: El sueño de la razón produce monstruos.
Hemos hablado demasiado y demasiado tiempo de derechos pero muy poco y casi nunca de cómo hacerse digno de esos derechos.
Derechos y deberes van juntos. Son las dos caras de una misma moneda.

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