martes, 8 de enero de 2008

NO NOS HAGAMOS LOS SUECOS.

Después de leer este artículo en un suplemento dominical, creo que ante el informe Pisa 2.006 conviene hacerse el finés, porque uno farda mucho más.
Lo responsable sería reaccionar ante nuestros malos resultados y proponer soluciones, pero aquí se culpa a Franco (¿?), como si la E.S.O. o las catastróficas reformas de la enseñanza fuesen culpa suya.
Vamos a ver lo mucho que nos parecemos a los finlandeses.


  • En Finlandia se ‘anticipan’ los puentes y demás festividades recuperando las clases que se van a perder. Aquí se armaría una revolución sindical y estudiantil si se propusiese (sólo proponer, aprobarlo sería imposible) digna de verse.

  • Transporte escolar, libros, comida e infraestructuras son gratis o subvencionadas. Aquí…primero roban los políticos. Luego reparten las migajas entre los distintos sectores, y una ínfima parte de esos despojos es la que se destina a educación.

  • Cada alumno, desde la guardería a la licenciatura (aprobándolas todas, no como aquí) le cuesta a Finlandia 200.000€. ¿Cuánto nos gastamos en España?

  • Ser profesor es una profesión de prestigio, sólo apta para los mejores. Igualito que aquí, oiga. Investigación y docencia deberían reclutar a los mejores, pero… al decir que eres profesor te miran con pena, como si estuvieses diciendo “No sirvo para nada más”. Y eso sí, luego te echan en cara las vacaciones. Como si jugártela a diario con 30 fieras –a las que no se puede ni decir nada, no vayamos a traumatizarlas-no desgastase.

  • A los chicos no les gusta el colegio. Ahí sí que coincidimos. Pero la finlandesa es claramente una sociedad basada en valores como el esfuerzo, y los chicos ven sus clases como el trabajo de los adultos, que no gusta pero hay que hacerlo, y ya puestos, lo hacen lo mejor posible. Aquí, en cambio, rendimos honores al que se escaquea –en todos los aspectos de la vida- y va de listo. Así nos va.

  • El sistema busca que el nivel medio sea alto, sin dejar que nadie se retrase. Aquí lo hemos simplificado y hemos hecho que el nivel sea subterráneo. Si ni siquiera así conseguimos que aprueben, bajamos el nivel y listo. ¿Esfuerzo? ¿Sacrificio? Los críos ni lo notan.

  • No hacer las tareas o copiar está mal visto. Aquí son los padres los que llegan a consentir que sus hijos no hagan sus deberes.

  • No repiten. No hay recuperaciones. Sólo quedarse más tiempo en clase hasta demostrar que se saben las cosas. ¿Qué profesor estaría dispuesto hoy día a quedarse más tiempo porque sus alumnos no han dado la talla en un examen? Los sindicatos se echarían a la calle. Bajar el listón es más sencillo.

  • Estudian lenguas extranjeras con detalle porque… ¡el idioma nacional es minoritario! Y aquí tenemos que sufrir a los partidarios de dialectos pretendiendo una importancia que la realidad les niega.

No hay comentarios: