lunes, 23 de febrero de 2009

Tiempo digital.

Es curioso cómo en este mundo, donde todo ha ido reinventándose hasta hacerse digital, los relojes que más proliferan siguen siendo los analógicos.
En los 80 surgió la fiebre de los relojes digitales y para mí, que empezaba a entrenar en aquel entonces, representaron la gran novedad de poder llevar un cronómetro fiable en la muñeca (por no hablar de que no había que andar pendientes de darles cuerda, podían mojarse, etc) bastante resistente a los malos tratos que les dábamos a esos artilugios.
De repente había relojes digitales de todo tipo aunque la bestia sagrada eran los CASIO, y de todos sus modelos destacaba el reloj-calculadora (en el centro de la foto). Los había de carcasa plástica o metálica. Eran el último grito y todo el mundo los usaba.
Pero han pasado más de 20 años y soy de los pocos que siguen llevando en la muñeca un reloj digital; es más, tengo varios (todos modelos originales).
Son una pieza más en mi rol de informático. Si no confío en lo digital...
No es la primera vez que veo a la gente fijarse en mis relojes y poner cara de "¿Pero qué lleva este tío en la muñeca?". Porque el reloj-calculadora no termina de casar bien con la americana.
Es extraño. Nadie se pensaría en llevar un walkman antes que un ipod, pero cargan con medio kilo de peso en la muñeca sin inmutarse.
¿Por qué fracasaron? ¿Por qué no han vuelto, como tantas otras cosas que estamos recuperando de aquellos años? ¿Por qué me miran raro? ¿Y por qué los niños me dicen "Señor... ¿tiene hora?"
Ese 'señor' es una venganza de Cronos, que debe ser analógico.

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