jueves, 13 de septiembre de 2007

¿EDUCACIÓN? CADA VEZ MENOS.

- Suspendes 4 asignaturas y pasas de curso. Así no hay fracaso escolar. Otra muestra de la eterna enfermedad política de creer que si algo no aparece en una estadística, no existe.
- No se pondrán ceros, que pueden traumatizar al alumno. ¿Alguien le explicó al zopenco no docente que parió esta aberración que si no haces NADA, tu nota debe reflejar esa NADA y que en matemáticas -esa asignatura que suspendía agnósticamente ese zopenco si no se descalzaba para tener más capacidad numérica- se representa con un CERO?
¿Y los traumas del profesorado, que ven la desidia descarada y consentida de sus alumnos? ¿A esos traumas qué atención les prestamos? Pues cero, pero no hay problema.
- Añadimos asignaturas, quitando horas a las que ya había. Y quien mucho abarca, nada aprieta, sobre todo de lo que importa.
- Queremos que los alumnos se comporten correctamente (o al menos que no como cabestros) pero sin devolver la autoridad al profesor.
- Queremos que aprendan un segundo idioma extranjero pero recortamos horas y medios para el primero (y lo del bilingüismo lo dejaremos para otra entrada, que me da la risa) y nos importa poco o nada que casi no conozcan el castellano.
- Tienen que saberse el nombre del último reguero de agua de su comarca (preferiblemente en el dialecto local si lo hubiere), pero si les hablamos de arroyos del mundo como el Orinoco o el Vístula nos mirarán extrañados.
- Queremos lean en clase (como no leen sus libros de texto ni sus apuntes, ni otros libros en casa...) sin tener que silabear ni ayudarse del índice bajo las palabras, pero nos deja indiferentes que sea en perjuicio del conocimiento de la gramática, ortografía y semántica.
- Dejamos que los consejos escolares (con padres, alumnos, pedagogos, psicólogos y demás fauna no docente) manejen los centros de enseñanza pero no queremos que el profesor tenga el peso que merece en su centro de trabajo.

¿Qué importa que un chaval no sepa leer correctamente -y ya no hablemos de entender lo leido-, que no tenga claro cuándo sucedió la revolución industrial o dónde queda Sevilla, que se exprese en inglés peor que un pielrroja de película, que para una suma necesite la calculadora de ese móvil que no apaga en clase con el beneplácito de sus progenitores, que no sepa redactar una frase con las palabras 'caballo' 'saltar' y 'seto', que escriba con una ortografía que como mucho se puede calificar de aproximativa y que su urbanidad y moral ya ni existan?

Luego nos quejaremos del resultado. O tal vez no, porque cuanto más inculta la población más tranquila la casta gobernante (que se cuida bien de llevar a sus hijos lejos de este desbarajuste).

¿A ver si va a resultar que la cosa no es incompetencia y necedad sino algo repulsivo y premeditado?

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