lunes, 17 de septiembre de 2007

YO NO PIRATEO, TU NO PIRATEAS...NOSOTROS COMPARTIMOS...ELLOS COBRAN.

"Ahora, la ley actua". Lema vago e inquietante con el que la S.G.A.E. pretendía asustarnos.
Nos repiten que descargarse música o películas es delito. ¿Conocen a alguien que haya ido a comisaría -no digo ya a la cárcel- por hacerlo? ¿No? Cosa rara, con la cantidad de gente que lo hace... ¿Será que en realidad no es delito?
Hace tiempo David Bravo Bueno, abogado experto (a su pesar, según él) en temas de la -mal llamada- piratería informática y articulista habitual de la revista @rroba, publicó 'Copia este libro' y lo puso a libre disposición de todo el mundo (también está a la venta, en el viejo papel de toda la vida, y merece la pena tenerlo) para ilustrar este debate.
Paso por que me cobren por acceder a los conocimientos y la cultura, pero que quieran regular lo que hago con ese conocimiento una vez que he pagado... por ahí no paso.
Con el casette, rey del audio (y del ordenador, en tiempos del ZX-Spectrum y similares) y los vídeos todos teníamos obras obtenidas de 2ª, 3ª o 15ª mano. Y ya entonces la S.G.A.E. decía que era un delito que nos condenaría al infierno.
Ahora, con Internet omnipresente, la S.G.A.E. y demás asociaciones del mismo corte decimonónico se han asustado y quieren ponerle puertas al campo. El canon se desmadra:
Cobran un impuesto mal disumulado en todo lo que sirva para copiar (aunque luego se use para otros fines -p.ej. las fotos de las vacaciones-). ¡Y ahora incluyen en ese atraco los teléfonos móviles, que se encarecerán entre un 2% y un 5%!
Eso sí que es piratería. Bueno, más bién es cosa de corsarios (¿se dirá corsetería?), porque es piratería aprobada por los gobernantes.
Algunos artistas han dicho (los que se han atrevido a afrontar las represalias -para ejemplo véase el caso de Alaska y la A.N.E.D.I.-) que prefieren que la gente vaya a los conciertos y pueda acceder a su música gratis en Internet.
Deberían recapacitar y pensar acerca de sus formas de ganar dinero. Cobrar lo que se cobra por un disco (de un material plástico cada vez más endeble, con un libreto escaso o inexistente y en ocasiones en una caja de cartón mal hecha) es reirse del cliente, pero vale. Ahora, cobrar por otras cosas es ya un robo con todas las letras.
De momento no cobran por saberse una canción y poder silbarla, pero... tiempo al tiempo.

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