lunes, 24 de diciembre de 2007

A TORTAS CON LA VIDA.

Parece que la autoridad –su ejercicio o simple mención- le da reparo a algunas personas. Todo creen poder solucionarlo a base de razonar, dialogar…
Desmond Morris nos definió acertadamente como “El mono desnudo”. Somos animales, presuntamente inteligentes (aquí yo excluyo a todos los políticos, casi todos los psicólogos y pedagogos, y gran parte de los sociólogos), pero animales al fin y al cabo.
Paulov demostró el mecanismo del condicionamiento, su eficacia, su clara aplicación a todos los niveles en la vida.Pues a un niño se le lleva del mismo modo. Cuando ni el ‘no’ ni el ‘no, porque…’ funcionan, una palmada amortiguada por el pañal le hace ir viendo que la sociedad –la vida misma- tiene unas reglas que, si se quebrantan, implican consecuencias poco agradables. La palmada no le hace daño. Es más el susto que el daño. Pero sirve. Y si no sirve usamos al cachete en la mejilla, los castigos…
Pero llegan los genios obsesionados con el trauma psicológico (les aconsejaría que se lo hiciesen mirar, porque lo suyo sí que no es normal) y pretenden regular por ley algo que ha demostrado su efectividad a lo largo muchos años.
Déjense de gilipolleces –con perdón, pero esto no tiene otra palabra- y trabajen. Hagan algo de provecho, útil.
Porque luego nos quejaremos de niños tiranos, jóvenes sin valores ni urbanidad, y ciudadanos sin ningún respeto por la sociedad y dispuestos a quebrantar las leyes sin más.Nos preguntaremos cómo es posible que nuestros jóvenes sean incapaces de afrontar ninguna dificultad en su vida, y será porque nunca se les ha dicho ‘no’, ni de palabra ni de obra.
Esta gente ¿en qué mundo vive? Ya sabemos que los políticos y especímenes de igual pelaje tienen todas las facilidades del mundo y no recuerdan la realidad pero… dejen a los ciudadanos en paz, por favor, que la vida es dura y llena de ocasiones en que hay que seguir las normas y acatar las órdenes sin que nadie nos vaya a razonar los motivos.
Y menos ‘educar en derechos’ y más enseñar a ganarse esos derechos cumpliendo deberes.

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