sábado, 27 de octubre de 2007

FUENTEOVEJUNA.

Leo en los diarios y escucho en la radio que han dejado en libertad sin fianza –al menos sí con cargos- al malnacido que agredió a una chica ecuatoriana –como si la procedencia tuviera importancia en esto. ¿Era zurda? ¿vestía a la moda? Lo pregunto por si también tiene importancia- en un tren de Barcelona.
Estupendo. Luego se quejan de que "no se respetan las instituciones". El respeto hay que ganárselo, señores de las instituciones. No es algo que caiga del cielo y se conserve inmutable para siempre. Cada día hay que trabajar –vaya palabra extraña para los funcionarios- para mantener ese respeto.
Comenzamos con una actuación de la justicia lenta y a desgana (si no llegan a filtrarse las imágenes dudo que hubiesen hecho nada). Y seguimos con ese trato de protección que se da al delincuente. Sus derechos –que el propio delincuente está despreciando y, a mi entender, rehusando al romper las normas de convivencia de la sociedad- se tratan con mimo. Eso sí, a la víctima que le den. Recuerda el dicho de “cornudo y encima apaleado”. Aquí empezamos por lo del apaleamiento, pero vale lo mismo.
Que un indeseable como ese tal Sergio Javier Martínez M. esté en la calle es un insulto a cada una de las personas de este planeta.
LLega un momento en el que , sinceramente, considero legítima y casi necesaria la justicia que dicen que nunca duerme: el juez lynch le llaman. Entre unos cuantos tomar a ese indeseable en un aparte y darle el escarmiento de su vida. Hacerle aprender de una vez y para siempre lo que significan los modales y la urbanidad. Y si para ello hay que acabar con él… no se habrá perdido nada valioso ni aprovechable. La sociedad está mejor sin esa basura y serviría como toque de atención a otros como él.
Vendrán los psico-partidarios de la reinserción a decir que la cárcel no sirve para nada. Sirve para mantener a ese tipo de animales alejados de las personas. Porque son las personas las que deben ser objeto de protección. Las rejas evitan que los animales ataquen, no al revés. Y los derechos hay que ganarlos cumpliendo los deberes.
Pero nada, protejamos al criminal con la ocultación de la identidad (¿a qué vienen las iniciales en los apellidos? Yo quiero saber cómo se llama ése, por si alguna vez tengo la mala suerte de encontrármelo), condenas leves, reducciones de pena, estancia cuasi hotelera en la prisión, reubicación si es necesaria tras la condena…
Y tampoco me valen los que culpan a la sociedad. Esos que culpan a la sociedad son los mismos que le hurtan los medios de respuesta. Porque el castigo es el método para corregir las faltas. La mano quemada es la mejor prevenida ante el fuego.
También están los que alegan el estar alcoholizado y haber tenido problemas psiquiátricos. El estar borracho (y desde el conocimiento que dan más de 20 años practicando artes marciales digo que un borracho y/o alucinado no tiene equilibrio suficiente para dar la patada que dio ese energúmeno) no debería ser atenuante sino todo lo contrario, y si tiene problemas psiquiátricos, nada más fácil que internarlo, curarle, y que luego cumpla su pena. O que cumpla su pena mientras le curan. Pero que reciba castigo.
Porque no hay como decir todos a una “Fue Fuenteovejuna, señor, la que mató a ese bastardo cabrón”.
Pero así nos va.

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