viernes, 6 de junio de 2008

EN DIRECTO Y DE LOS NERVIOS.

Esta es la crónica del concierto anunciado...

Ya llovía antes de que comenzásemos, así que ESO no fue culpa nuestra.
Hubo de todo, como en el armario de repuestos del Dr. Frankenstein: Elvis se revolvió en su tumba (por los alaridos desaforados con acento de vaca de Kansas, se comentaba). A Alaska su asesor de imagen la abandonó como el desodorante dejándola muda. María la portuguesa decidió emigrar a Burkina-Faso junto con el concejal de festejos (que pagó pecados y corruptelas para veinte legislaturas en unos escasos diez minutos y salió por patas a la primera ocasión). Beethoven soltó la trompetilla y se fue a por su escopeta al ver qué se entendía allí por un "Himno de la alegría"...
Luego hubo una breve tregua (muy breve, y ya se sabe lo que viene tras la calma), pero los artistas estaban prestos a rematar, casi literalmente, al respetable.
La "Perfidia" fue clara, podría añadirse que con ensañamiento. "Yo te diré" fue una amenaza al patio de butacas. Ahora que el "Adagio" fue lo que nos salvó, porque Beethoven nos perdonó, tronchado de risa y con los ojos como platos (igual que parte del público) al ver lo que le hacíamos a la obra de su colega Albinoni. Y, aunque no era necesario, un implorante "Piensa en mí" nos sirvió de retirada.
Nadie nos arrojó nada, aunque la policía hizo acto de presencia. Parece ser que acudieron para desalojar a un perturbado. TAMPOCO eso fue cosa nuestra, ya venía perturbado de su casa. Y no, no era ningún profesor de los cursos. Los profesores son unos profesionales del sufrimiento.
Los sones de gaita y tambor hicieron a Obélix abandonar la sala mascullando algo como "...locos estos astures. Vamos Ideafix, no llores...". Y, a modo de compensación, el flamenco (el género musical, no el pajarraco alucinógeno) hizo aplaudir a rabiar a la gente. Eso tampoco tiene tanto mérito. El público ya veía próxima la salvación y se habría conformado con que prometiésemos no hacerlo más.
Nuestra parte podría justificarse diciendo que el escenario era pequeño (lo era), la amplificación era escasa y deficiente (oido lo oido, eso fue más bien una suerte), no podíamos coordinarnos correctamente (doy fe) y estábamos nerviosos (algunos sí, otros casi nos dormimos).
Pero hay que ser sincero y reconocer que lo de ayer tuvo justificación (falta de ensayo) y penitencia (ensayar).
El año que viene, más. No es una amenaza, aunque a alguno se lo pueda parecer.

No hay comentarios: