viernes, 27 de noviembre de 2009

SEGUIMOS PECANDO.

Oscar Lombana lo ha vuelto a hacer. Ha publicado "Papel y plástico 2" y, aunque debo adelantar que me ha parecido un poco más flojo que el previo "Papel y plástico", también tengo que reconocer que es un soplo de aire fresco.
El niño que llevamos dentro (sobre todo los de mi generación de los 70, que fuimos los pioneros en el fenómeno mitómano y el consumo desenfrenado de ocio) no tiene más opción que saltar de alegría y nostalgia al contemplar algunas de las fotografías que forman este libro.
Sigue la estructura del anterior (o más bien la engañosa falta de estructura). Es un cajón de sastre donde se nos bombardea sin pausa ni piedad con los juguetes, tebeos y otros componentes de nuestra infancia. Se lee en poco tiempo, pero garantiza innumerables relecturas y muchos, muchos recuerdos.
Además contiene algunas reflexiones que son capaces de arrancar una carcajada (impagable la anécdota de las escaleras de la escuela). Especial profundidad le añade el prólogo de Nacho Vigalondo, quien nos recuerda que pertenecemos a la última generación que tuvo a su alcance el olvidar. Olvidar sus juguetes, sus tebeos...no como ahora en este mundo en lo que todo es fugaz y digital, y puede volver a descargarse en segundos.
Para mí esta obra tiene un encanto especial, ya que mi nombre aparece entre los agradecimientos (y eso que Oscar Lombana no usó las fotos que le envié). Una sorpresa que me ha hecho muchísima ilusión. Gracias al autor.
Y si nos quedamos con ganas de más (cosa fácil, por cierto) Lombana amenaza con un tercer volumen. Lo esperaré ansioso, tal y como esperábamos de niños el siguiente capítulo de "V" o de "El gran héroe americano".
Si al ver la portada notas que el pulso se te altera ligeramente, no desoigas la llamada del Reverso oscuro de La Fuerza y gástate unos euros en esto, que vale la pena. Es más barato y práctico que un condensador de fluzo, palabra.

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