Alumnos con derecho a copiar en la Universidad de Sevilla. El talento humano para las gilipolleces no conoce límites. ¿Quién ha sido el imbécil -no tiene otro calificativo publicable- que ha parido esta barbaridad?
Sobre la educación (y su situación lamentable) ya he escrito en unas cuantas ocasiones.
Cuando los niños llegaron al colegio los políticos desgraciaron los primeros estadios del proceso educativo. No había notas, cachetes ni repeticiones de curso para no traumatizarles. Los niños se convirtieron en adolescentes, soberbios e iletrados, y tocó rebajarles el nivel una y otra vez promocionándoles por no aguantar sus agresiones (y/o las de sus padres). Acabaron el bachillerato como analfabetos funcionales; eso sí, cobrando por seguir en las aulas.
Ahora los chicos han crecido y les ha apetecido matricularse, pongamos por ejemplo en la facultad de periodismo (por ver si consiguen su propio programa de televisión donde demostrar hasta dónde llega su falta de neuronas y modales mientras sus congéneres babean y aplauden como buenos borregos). Pero ¡horror! aquí hace falta esfuerzo, estudio... ¡Hacer falta saber leer! ¿Cómo salvamos semejantes barreras injustas e insalvables?
Pues en Sevilla han dado con la solución: Los alumnos tendrán derecho a copiar. Así, con un par. Y si les pillan... no hay problema. Será el profesor quien tenga que probar que eso ha sido así ante un comité paritario de profesores y alumnos, y ya sabemos que el profesor es un mentiroso compulsivo sin rango ni autoridad para nada bueno... Menos mal que sus acusaciones se verán refrenadas por este comité infalible.
Así que a partir de ahora, si usted quiere construirse una casita que tenga mejores perspectivas de futuro que las dos primeras chozas de los cerditos o necesita un programa informático que sea mejor que Windows Vista tendrá que añadir en su oferta de empleo la coletilla "Abstenerse licenciados en la Universidad de Sevilla".
Y mientras tanto los que se lo puedan pagar estudiarán en otro sitio. ¿Esto es mejorar las oportunidades del pueblo o reirse de él? Pues eso.
Cuando los niños llegaron al colegio los políticos desgraciaron los primeros estadios del proceso educativo. No había notas, cachetes ni repeticiones de curso para no traumatizarles. Los niños se convirtieron en adolescentes, soberbios e iletrados, y tocó rebajarles el nivel una y otra vez promocionándoles por no aguantar sus agresiones (y/o las de sus padres). Acabaron el bachillerato como analfabetos funcionales; eso sí, cobrando por seguir en las aulas.
Ahora los chicos han crecido y les ha apetecido matricularse, pongamos por ejemplo en la facultad de periodismo (por ver si consiguen su propio programa de televisión donde demostrar hasta dónde llega su falta de neuronas y modales mientras sus congéneres babean y aplauden como buenos borregos). Pero ¡horror! aquí hace falta esfuerzo, estudio... ¡Hacer falta saber leer! ¿Cómo salvamos semejantes barreras injustas e insalvables?
Pues en Sevilla han dado con la solución: Los alumnos tendrán derecho a copiar. Así, con un par. Y si les pillan... no hay problema. Será el profesor quien tenga que probar que eso ha sido así ante un comité paritario de profesores y alumnos, y ya sabemos que el profesor es un mentiroso compulsivo sin rango ni autoridad para nada bueno... Menos mal que sus acusaciones se verán refrenadas por este comité infalible.
Así que a partir de ahora, si usted quiere construirse una casita que tenga mejores perspectivas de futuro que las dos primeras chozas de los cerditos o necesita un programa informático que sea mejor que Windows Vista tendrá que añadir en su oferta de empleo la coletilla "Abstenerse licenciados en la Universidad de Sevilla".
Y mientras tanto los que se lo puedan pagar estudiarán en otro sitio. ¿Esto es mejorar las oportunidades del pueblo o reirse de él? Pues eso.
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